Libro con muchas expectativas, que se desvanecen conforme vas adentrándote en un complejo relato, saturado de matices desgarradores.
Es muy lineal, no te crea la
expectación de averiguar los recovecos de una historia, que te la
imaginas plana desde un principio, y lo peor es que aciertas;
pretende dar un mensaje sin conseguirlo; recrudece las escenas de los
prisioneros en demasía “Mi
hija tiene los labios secos y el pelo revuelto; la boca medio abierta
y la frente entera. Tiro de sus brazos hasta que separo su cuerpo de
los otros. Me levanto y me la llevo al pecho, como si la sacara de la
cama en medio de la noche. Trato de abrazarla pero su cabeza no busca
el escalón de mi hombro para seguir durmiendo, sino que cuelga. Me
llevo entonces sus brazos a la espalda. Quiero que me abrace pero sus
extremidades de alambre vuelven a caer como si hubiera encontrado,
entre los muertos, una nueva familia.”
crea de la nada un mundo que nos deja huérfanos de un antes y un después, una ucronía sin la
ambientación necesaria, nos inserta en un baile de situaciones que sin darte
cuenta están empezando a detener al sujeto, cuando acaba de contarte
todo lo acontecido posteriormente y por último el cambio en la
narración, siendo en primera persona y cambiándolo después, hacen
incomoda su lectura.
Comenta la llegada de un extraño a la
casa de un matrimonio, que forman parte del ejercito de ocupación
(el marido es un oficial retirado), y como recompensa les dejan
habitar en esos terrenos.
A pesar de lo penado que está
cualquier relación con los lugareños, la mujer no llama a los
soldados para que lo expulsen de su finca, sino al contrario, lo
dejará vivir allí, haciéndola plantearse la finalidad de su propia
existencia y como esta sumergida en una rutina donde su prioridad son
otros "¿Dónde
está la mujer que un día albergó de verdad esos sentimientos? Qué
lejos quedan los tiempos en los que todo mi afán se dirigía a
encajar en la silueta que para mí habían dibujado. Debía ser
amable, servicial, discreta, sociable. Debía ser una buena esposa,
una buena madre y, fundamentalmente, una patriota. Entregar mi vida
al solaz del esposo y a la formación de los hijos, para que éstos,
a su vez, siguieran prolongando la cadena de esta forma de vida
nuestra durante los siguientes mil años. Pero, como si fuera un
cordero, ofrecimos a Thomas en un altar que todavía se levanta
imponente. Yace mi hijo bajo una tierra lejana, con el cuerpo
transformado en lo que le rodea y el plomo, tal cual le alcanzó,
inalterado."
analizando los excesos cometidos en la guerra, el odio hacia su
marido impedido, al que culpa de la muerte de su hijo y que tiene que
recibir constantemente los cuidados de ella. A él nos lo presenta de
una manera deleznable y tampoco me gusta esto, es muy fácil crear
esta figura y hacerla odiosa a los ojos del lector, nos la presenta
de una manera demasiado diáfana para convencernos súbitamente de su
perversidad, mientras en el resto de la narración emplea todo tipo
de alegorías.
Esta lleno de simbolismos, "Me
pide que no me escandalice, que no es para tanto. Que muchos de esos
hombres, de no haber sido apresados, habrían conspirado contra el
Imperio. «Les hemos traído el progreso. Sepa que, sin nosotros,
seguirían viviendo como salvajes»"
dejando al lector sus propias valoraciones. Quizá nos
quiera mostrar los horrores de la ocupación o de una dictadura
imaginaria, sin respeto a la mínima dignidad de las personas...; la
necesidad de volver a sus orígenes...; la muerte gratuita de un
hijo por defender una patria...; replantearse la vida tan monótona,
sin otro motivo para vivir que el cuidar a su esposo "Jamás
pensé entonces que tendría que vivir un momento como éste. Asistir
a la voladura de mis propias certezas, que no eran muchas, pero sí
firmes. Con la muerte de Thomas, también cayó Dios. De nada me
sirvió en aquel momento, el más triste de mi vida. No vino en mi
auxilio, ni me reconfortó. Sencillamente, no pude encontrarlo entre
las fumarolas que sucedieron a la batalla. Y la patria, aquel
sustento, con sus mitos y sus heroicos próceres. Pura morfina para
separarnos de los otros, que también son hombres, cuyo sometimiento
ahora me resquebraja. ...;" la
resistencia del hombre ante la mayor adversidad y refugiarse en sus
silencios...; si es pertinente convivir con una persona cruel y
sanguinaria sabiendo lo que significó en la contienda..; no temer las consecuencias por ser franca cuando la entrevista el Cónsul...
..
Otra cosa que no consigue y esta
reflejada en la sinopsis, es la identificación del hombre con la
tierra; no la veo por ningún sitio, sí que tiene connotaciones en
los que Leva, quiere fundirse en la propia naturaleza, pero no lo
hace de forma voluntaria sino es obligado por las circunstancias, es
una necesidad instintiva de supervivencia o debido a su locura
disfrazada de ausencias.
En la parte positiva; se ve que el
autor conoce el oficio, escribe muy bien, quiere causar ese ambiente rural a base de palabras y situaciones que lo identifiquen y lo
consigue con creces; nos traslada a un decorado fehaciente de los
sucesos que se van desarrollando. Estaremos pendiente a su próximo
libro.
En definitiva, es un libro que nos
presenta unas situaciones imaginarias, en Tierra de Barros y demás
zonas de Extremadura, pero que toda interpretación quedara en manos
del lector, pues sin esa búsqueda de significados ocultos, no
encontrara un libro ágil y ameno.
Mi puntuación es de 4 sobre 10.
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