¡He disfrutado mucho leyendo este libro!
A pesar de que me había prometido no leer más libros sobre la Guerra Civil, debido al hastío que me produce los condicionantes que te intentan inculcar (de una manera subliminal o no) siempre con la justificación de ser una historia novelada, en esta ocasión me “picaba” tanto la curiosidad, que me decidí a hacerlo.
Y acerté de pleno. Se trata de una narración que no juzga, detalla; no se prodiga mucho en datos, lo cual agradezco; sus protagonistas viven los acontecimientos como parte de un engranaje, son peones para conseguir un fin, marionetas de una situación que no buscaron y que les cambió el destino y por ende su forma de vida…su precaria vida.
Los que sobrepasamos los sesenta, hemos escuchado de forma directa esos relatos, que de tantas veces repetidos se convertían en tedio constante, de un abuelo que no comprendía la falta de interés ante estos acontecimientos, únicos y esperemos irrepetibles. Pues bien, esas historias, son como las que aquí se describen: necesidades, confidencias, secretos, huidas y en determinados casos, alguna conciencia no lavada.
Empieza con una dinámica en la que nunca me siento cómodo. Son narraciones aparentemente inconexas, o para ser exactos, con un hilo muy débil, siendo a la larga un instrumento imprescindible para conocer detalladamente los sucesos posteriores, marcando las directrices de sus caminos.Me hubiera gustado una mayor profundidad sobre la labor de las enfermeras, médicos, matronas… en aquellos días, cuya labor, en gran medida, ha pasado desapercibida. Creía, debido al título, que se significaría la figura sanitaria, y su labor humanitaria a la par.
Eulalia y Catalina, ese dúo de fuertes personalidades, siempre condicionadas por el entorno, se ven inmersas en unas circunstancias que saben tienen que salir tomando decisiones por su cuenta, aun sin fiarse una de la otra, y con el riesgo que eso supone.
La guerra ha acabado en España. Los resquicios intimidatorios campan a sus anchas. La Reconquista es una quimera. Todos los odios acumulados, los muertos que se quedaron en el camino, los amores abandonados, incluso algún que otro matrimonio, hay que dejarlos madurar hasta que el tiempo haga su trabajo y casi desaparezcan.
Buen escritor, con un estilo entretenido “…guardó unas fotos, dos mudas, una pastilla de jabón y varios gramos de recuerdos”, ágil “con el tono filosófico que otorga la ingestión de alcohol”, y directo “Se instaló un prolongado invierno que duro treinta y un años más”, sin adornos, unos perfiles con muchos matices, y sobre todo, no creando una historia de buenos y malos. Los hechos eran los que eran y es muy difícil situarnos en esa época, donde salen a relucir los instintos irracionales que nunca imaginábamos tuviéramos dentro.La supervivencia y la venganza son malas compañeras de viaje.
¡Ah!, no me olvido de Sarajevo. Libro a leer en un futuro no muy lejano.
Foto: Grupo de exiliados en Luchón
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