jueves, 27 de octubre de 2016

Kokoro (Natsume Soseki) (GREDOS)

¡Es un libro sincero!. 

Por sincero entiendo que no tiene pliegues, todo lo que el autor nos quiere transmitir está a la vista, nos lo va exponiendo con un ritmo pausado, que no tedioso, y finalmente consigue que un misterio bien llevado, nos atrape. No hay sobresaltos, no hay giros, y ninguna maniobra de distracción nos hace perder el hilo argumental.

Nos detalla una relación entre dos personas con una diferencia de edad considerable, se supone que uno es el maestro (sensei) y otro el joven que esta ávido de escuchar sus consejos y recomendaciones, pero a lo largo de la novela se convierte en una ilación de mutua complicidad, detallándose las vivencias de cada uno en un vinculo un tanto peculiar, pues sí en el albor nos podía hacer entender, debido a la manera de conocerse “Cuando empezó a nadar solo, dejando atrás a toda la gente, tan bulliciosa como ayer, me entraron de repente ganas de seguirle”, o a la forma de expresar sus sentimientos “Pensaba en sensei que no había contestado a mi carta (…) Por eso estar alejado de sensei me causaba tanto dolor.”, que podía tratarse de una relación sentimental, no lo menciona de forma alguna a lo largo de la narración, bien sea debido a la época que fue escrito (1914), a la deliberada intención del escritor que el lector tenga su propia percepción, a las particularidades existentes entre la cultura asiática y la nuestra o simplemente a que los silencios hablan más que las palabras.

Es una obra intimista, ante nuestros ojos se van desgranando a corazón (kokoro) abierto, algunas situaciones domesticas inherentes a la condición humana, así tenemos las relaciones familiares no siempre bienintencionadas, la forma tan original de cortejo y sus distintas apreciaciones, las costumbres tan diferentes, la espiritualidad, la amistad, el amor Enamorarse era un delito, me había dicho una vez”, y en lo que se centra más el libro, en un sentimiento de culpa que esta presente en todos los comportamientos, impidiendo llevar una vida ordinaria. Todo gira alrededor de nuestros episodios, somos culpables y por qué no, rehenes de nuestros actos, máxime cuando las consecuencias han sido devastadoras; no nos podemos desprender nunca del daño infligido por mucho que cambie el estado de nuestra cotidianidad. “Sensei no reaccionaba al cariño de la gente porque se despreciaba a sí mismo y no por menosprecio a los demás”.

El cambio de narrador nos indica quien asume el papel predominante en el recorrido de la historia, si bien el “alumno” es el que nos describe gran parte de la obra, en el último tramo, es “sensei” quien se hace acreedor de ello al iniciar sus confesiones mas ocultas. Nos hace participe subrayando la esencialidad de lo desarrollado en cada momento. Alumno:“ Por eso, no me parece nada exagerado afirmar que la fuerza de sensei estaba en mi carne y que su espíritu corría por mi sangre” Sensei: “Como no tenía a mano otro remedio, decidí vivir como si ya hubiera muerto

Su carácter testimonial nos hace valorar los pequeños detalles en los que el libro hace especial hincapié, nos muestra las hondas implicaciones entre lo nimio y lo trascendental para conseguir un equilibrio “Antes de morir he podido verte graduado. ¿No te parece justo que esto me cause una gran y última alegría?”.

Como nota curiosa, resaltar que en principio fue publicada en un periódico japones por series con lo que me hace entender mejor algún guiño a la actualidad, como el suicidio del General Nogi, que tanta influencia tuvo en nuestro protagonista. “Tanto el cuerpo como el espíritu tienen capacidad para desarrollarse o para arruinarse dependiendo de los estímulos exteriores”.

He leído que es la obra maestra de Natsume Soseki. No puedo confirmarlo, pues es el primero que leo de él, pero que nadie espere un libro espectacular, de grandes vaivenes en su trama y por consiguiente un libro trepidante. Esa pausa, ese ritmo continuo y regular es lo que nos hace ir reflexionando sobre los pormenores que representan en este libro su virtud, conviviendo día a día con dos personas sencillas; una con la conciencia maltrecha y otra con la conciencia por descubrir.


Mi puntuación es de 8 sobre 10.

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