martes, 12 de mayo de 2020

SINUHÉ EL EGIPCIO (Mika Waltari)

Hay libros cuyo título todo el mundo conoce, aún cuando no se haya leído. Sinué el egipcio es lo suficientemente importante para -a pesar de escribirse en 1945- considerarse un clásico dentro de la literatura.

Es un personaje de ficción que aparece hasta en tres ocasiones en papiros de distintas épocas. Forma parte de un cuento que data de la Dinastía XII y este libro nos sitúa en la Dinastía XVIII, cientos de años después. Por lo que cuentan los Egiptólogos, era un hombre que tiene que salir apresuradamente de su tierra, y en la senectud, su mayor deseo es regresar a Egipcio para ser enterrado. Se comprueba por tanto, que si bien no tiene que ver con nuestro protagonista, existen algunas similitudes.

Me sorprendió lo ágil que resulta su lectura; vas pasando las hojas -más de seiscientas-  y a cada cual más amena. Que la narración sea en primera persona, nos acerca más a la figura de Sinué y le acompañamos en todo momento mientras realiza sus frecuentes viajes, mostrándonos sus costumbres y civilizaciones, o sanando a los habitantes de las regiones que visita.

En la primera parte hay una especie de fábula en la que se ve despojado de sus bienes por culpa de una mujer y puede resultar algo tedioso; no se corresponde con el realismo que desprende el relato con posterioridad, por lo que animo a no abandonar su lectura. Al final también hay otro intervalo de ese realismo mágico, al construirse Baketamon un templo con las piedras que le traen sus amantes, en venganza de su marido Horemheb; pero me resultó más llevadero.

Él mismo nos narra la historia desde cuando era un niño, hasta su vejez. Todos los pormenores nos lo relata desde alguien que por su oficio -trepanador real- se puede internar dentro de los entresijos de las más altas capas de la Sociedad; así comprobamos lo que se “cocía” en los palacios y la manera de actuar de sus moradores. Faraones incluidos.

Me pararé un poco aquí, porque no sé si realmente se puede considerar como una obra histórica. Si bien es verdad que los personajes y los hechos esenciales son verídicos, no lo es menos, que al recrear la ficción desde dentro de su entorno, se puede dar una interpretación muy personal. Por ejemplo, la manera de ser, las deliberaciones, la parte espiritual, su filosofía, sus temores, la manera de afrontar la muerte, las ordenes para una guerra y para la paz… de algún personaje en concreto, al formar parte directa de la trama, se puede dejar llevar por la imaginación. Además lo que predomina sin ninguna duda, es la novela, siendo los datos bibliográficos un mínimo complemento de la narración. Aunque, repito, que las figuras, parentescos y dinastías fuesen ciertos.

Nos describe un lapso trascendente donde se produce un cambio en la manera de entender las creencias religiosas en Egipto, llevadas a cabo por Akenaton -el primer Faraón monoteísta- llamado el faraón hereje, cuya doctrina se basaba en la adoración de Atón -el Sol-. Al imponer esta transformación tan radical al pueblo y destruir los símbolos de los antiguos dioses, supone unos movimientos sociales que no se pueden sofocar aún siendo muy proclives a los intereses del pueblo llano, pues pregonaba un idealismo utópico consistente en la igualdad de clases, reparto de tierra, nada de violencia y ausencia de imágenes religiosas. Me resulta cuanto menos curioso, el papel secundario desempeñado por Nefertiti -esposa de Akenatón- cuando siempre nos ha llegado su figura con grandes dotes para gobernar.

Es un libro de aventuras. Recorre los territorios y nos lleva desde Egipto a Babilonia, pasando por Siria, Creta o Ghaza; conoceremos a los hititas, las artes de la curación, la moda, las costumbres y la visión muy particular de Kaptah -su “honrado” criado-.

El lenguaje es directo; sin adornos. Lo que nos quiere transmitir, nos llega de una manera muy nítida. El ritmo no decae en ningún momento. Es más, diría que peca, en algunas ocasiones, de ir demasiado rápido; llega a darnos vértigo lo que ha recorrido o acontecido en solo cinco páginas.

Nos propala todas las emociones que siente, y podemos observar como va evolucionando su manera de entender el mundo. Por todos sus periplos y las experiencias que eso conlleva, se va formando una idea clara de la condición humana, siendo más pesimista según van transcurriendo los años. También le martirizan los errores cometidos durante su existencia y que en algunos casos costaron la vida a personas que amaba. Sabe que estas equivocaciones nunca le permitirán ser feliz en el ocaso de su vida.

En este sentido hay que tener en cuenta el año que se escribió (1945). Se dice, que esa visión pesimista que desprende la narración, en gran parte se debe al desgaste emocional de la guerra recién finalizada.

En definitiva, aconsejo su lectura si quieres pasar grandes momentos en compañía de Faraones, monjes, guerreros... con sus correspondientes intrigas para ocupar los puestos de poder. Seguro que te pica la curiosidad de conocer más en profundidad este periodo de la historia.

Mi puntuación 8 sobre 10.