Todos sabemos que existen libros,
películas, cuadros....que van mas allá de lo que podemos observar
en su interior. Nos retrotraen a un momento o a una época
determinada y nos transmiten algo que no esta en la superficie, algo
que nos sirve de referencia para demostrarnos que hubieron momentos
diferentes a los actuales, muy duros en la mayoría de los casos y
que es bueno no olvidar para no correr el riesgo de repetir.
Estamos ante una obra de teatro que
cumple con creces estas connotaciones. Escrita entre el 47 y 48, se
estrenó en 1949, Buero Vallejo nos quiere manifestar a través de
sus paginas (guión), la sociedad en ese momento de nuestra historia
en que los rescoldos de una guerra seguía constituyendo una losa
difícil de vadear. Nos presenta las vivencias de una comunidad de
vecinos y sus artimañas para capear las terribles dificultades de
todo tipo que les sucedían a diario, mezclándose con los
sentimientos de los ocupantes del descansillo, incluido esos anhelos
que saben nunca podrán alcanzar.
La obra esta dividida en tres actos:
En el primero esta
el detalle del cobrador de la luz, que es un fiel reflejo de lo
dicho anteriormente pues nos expone claramente los aprietos a la hora de
hacer frente al recibo. Nos
muestra también, las parejas que se pueden formar en la vecindad y
las ansias de cambio para poder salir de esa comunidad de clase baja
que nos presenta. “Carmina, desde mañana voy a trabajar de
firme por ti. Quiero salir de esta pobreza, de este sucio ambiente.
Salir y sacarte a ti. Dejar para siempre los chismorreos, las broncas
entre vecinos… Acabar con la angustia del dinero escaso, de los
favores que abochornan como una bofetada, de los padres que nos
abruman con su torpeza y su cariño servil, irracional…”
En el segundo han
pasado diez años, con sus correspondientes fallecimientos, pero
transcurriendo la vida con las mismas necesidades y las mismas
aspiraciones. Aquí nos detalla muy bien la figura del vividor y el
maltrato que le inflige a su pareja, así como las relaciones
delicadas paterno filiales, llegando al punto de no dirigirse la
palabra y tener noticias solo por la hermana, ante su fingida
indiferencia para saberlas “¡Calla y déjame hablar! Como el
café y el vino no son buenos a la vejez…, pues los fui guardando.
A mí, Rosa no me importa nada. Pero si te sirve de consuelo…,
puedes dárselos”. A su vez nos muestra en este acto, y
creo que es lo mas importante, que las parejas de novios que se
formaron en el primero no han llegado a buen puerto, el poder del
dinero ha prevalecido (pone de manifiesto del egoísmo innato del ser
humano) y nos encontramos a una comunidad enfrentada por rencores del
pasado, que aguantándose por necesidad de la convivencia, no
olvidan.
En el tercero han
pasado 20 años, han muerto muchos de nuestros protagonistas y ahora
son los hijos los que intervienen en la obra. Nos recrea los mismos
deseos que tenían sus padres, se crean parejas similares, se van al
mismo sitio a fumar a escondidas....no ha cambiado nada, continúan
queriendo salir de ese estatus impuesto y como en una noria les
empuja hacia el mismo lugar . Introduce en este acto unos vecinos
nuevos que han venido a la comunidad y que representan otra posición
(el progreso), quejándose con prepotencia de los vecinos antiguos y
de los caseros “Sólo necesitaría que alguno de estos
vecinos antiguos se mudase, para ocupar un exterior. Después de
desinfectarlo y pintarlo, podría recibir gente”.
Todo esta escrito en un lenguaje muy
fluido, a veces con las vulgaridades necesarias para ponernos en
situación, los personajes bien caracterizados, los detalles muy
cuidados y un entorno sórdido de una España sórdida.
Esta es la composición a grandes
rasgos de esta pequeña obra que como todas en aquella época tenia
que decir muchas cosas sin que apenas se notara, todas eran
interpretaciones del lector pero con la certeza que había algo más
que lo reflejado en sus lineas. Fueron tiempos difíciles, esta obra,
tuvo y tiene mucho recorrido, yo la vi en los años setenta, plagado
de juventud, de toda la emoción que suponía el peligro constante
del que eramos objeto, en aquellos años que teníamos la osadía como
norma en todos nuestros actos, por querer cambiar algo que se podía
apreciar a todas luces era necesario, se me presenta como un período
sombrío, de incomprensiones continuas, de imposiciones, de una
autocracia pero no solo política si no en todas las facetas
cotidianas. Al final se consiguió y gran parte de culpa la tuvieron
personas como Buero Vallejo, que con su obra nos decía que no
estábamos solos...
Mi puntuación es de 8,5 sobre 10.