domingo, 3 de octubre de 2021

CINCO ESQUINAS (Mario Vargas Llosa)


Puntuación  ★★★★★★★☆☆☆

Estamos ante un relato sencillo, con un ritmo pausado, que nos invita a reflexionar sobre unos hechos reflejo de una visión más amplia, de un periodismo imbricado en política y utilizando el sensacionalismo a su antojo; de tal manera, que determina muchos de los actos, y por ende, votos, de los ciudadanos de un País.

Nos hace pensar, que para poder autoproclamarse una democracia plena, no consiste únicamente en el recuento de votos –a menudo manipulados también- sino en tener en cuenta un entorno viciado y como nos llegan las informaciones tendenciosas, haciendo inclinar la balanza hacia el lado apetecible.

Esa adulteración, actuando plenamente como cuarto poder, no conoce barreras para conseguir su objetivo, y aunque la obra nos hable de Perú, creo que se podría extender a cualquier lugar en similares circunstancias.

Ciñéndonos al libro, y teniendo como eje principal lo detallado anteriormente, se puede destacar su cuota de thriller, sus continuas alusiones al terrorismo de Sendero Luminoso, una falta de ética que lleva implícito el delito, un sentido de humor que nos hace muy llevadera su lectura y por último unas gotas de erotismo bien entendido.

Esa alternancia violenta de un grupo terrorista con la ejercida por sicarios cercanos a la Administración, nos hacen formarnos una idea –todo desde el punto de vista del autor, al que creo a “pies juntillas”- de la situación que se vivía en la década de los noventa, y nos lo muestra de una manera tan básica, que sin darnos cuenta nos haremos una composición muy fiel de la situación (toque de queda y apagones incluidos).

Hacer referencia también, al daño tan considerable que puede hacer una prensa “amarilla”. Si bien es de imaginar que el populismo ideológico plasmado en un papel puede influenciar la manera de concebir la realidad de un lector, no lo es menos, ensalzar o hacer caer ídolos a su antojo, debido a criterios personales o económicos.

Evidencia una exposición de dos realidades sociales bien distintas, mientras en la parte baja (incluso marginal) los perfiles son siniestros pero entendibles basados en la mera subsistencia  con redención incluida, en la otra, se trata de una burguesía liberal –cinco esquinas es el barrio de Lima donde habitan-, alejados de los focos del poder (aunque con conexiones) y con una conducta intachable, en este caso como víctimas.

Contiene una carga erótica que sirve de excusa para exponernos el día a día de dos familias de clase media-alta (alta más bien). Dos mujeres en el hastío cotidiano, descubren una atracción inusitada, que lejos de convertirse en algo frívolo o lascivo, sea algo que quieran compartir a la larga con sus respectivos, alejándolo por tanto de la habitual situación de  clandestinidad inicial. Creo que ha acertado de pleno relajando la intensidad propuesta en el resto de la trama.

Destacar un capitulo casi al final, mezclando materias sin ningún tipo de separación. Se convierte en un batiburrillo donde se suceden los párrafos haciendo una argamasa final, que en un principio te desconcierta, resultando a posteriori, una argucia literaria  de calidad o por lo menos un tanto peculiar.

Me gusta esa manera sencilla de narrar y, aunque seguro que no destacará como una de sus mejores novelas, prefiero esta prosa –evidenciada en sus últimas creaciones- sin ningún adorno literario. No hay sobresaltos; en esa linealidad tiene su atractivo, empleando las palabras justas para un desarrollo ágil y ameno.

Agradecer los localismos diseminados en su justa medida para hacernos una idea del lenguaje de la zona. Aprendiendo así lo que es estar calato, pichula o una corneta (je je…)

Hay que leerlo. No vas a encontrar las características propias de los comienzos de Vargas Llosa, pero te ayudara a entender la singularidad de un País en un momento determinado, y a disfrutar la destreza y esmerada prosa de este Premio Nobel de Literatura.

Mi puntuación 7 sobre 10.

2 comentarios:

  1. La leí hace unos años y me gustó. No recuerdo casi nada, pero tureseña me ha traido a la mente detalles olvidados.
    Cierto que no es el Vargas Llosa de Conversación en la catedral, pero sigue siendo Vargas Llosa.
    Hacía mucho que no te veíamos por aquí. No vuelvas a perderte.
    Un beso.

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