Escrito en 1855 por Anthony Trollope,
se trata de un libro que va mas allá de la historia que nos
describe. Plantea una serie de situaciones, donde la conciencia y el
saber en todo momento que se obra con probidad, se antepone a todas
las normas y subterfugios legales, que si bien se integran en un
ordenamiento jurídico consagrado, no forman parte de una reflexión
profunda acerca de si se actúa de una manera fidedigna a las
estipulaciones de un testamento, transcrito para cubrir las
necesidades de personas mayores necesitadas. “hay una persona
que lo pone en duda…, el más importante de todos los testigos en
mi contra…, yo mismo lo pongo en duda.”
Nos cuenta como el reverendo Harding,
chantre de Barchester, viudo, con dos hijas y custodio de un asilo
donde residen doce ancianos sin recursos, se ve envuelto en una
batalla legal, por ver si los emolumentos que recibe son los que en
verdad le corresponden. Al demandante, que también nos lo esboza
como un hombre integro, que salvaguarda los derechos de los
ciudadanos, le guía en todo momento hacer justicia de algo, que de
una manera u otra repercute en el bien común y sobre todo en el
futuro de los ocupantes de la residencia. Habiendo intereses personales por
medio (una hija esta casada con el arcediano que es el superior del
custodio, y el impulsor de la demanda, John Bold, es el prometido de
la otra), poco importará que prosiga o no el pleito que inició,
pues lo relevante para Harding es si su situación es honesta
y se ajusta a derecho. De tal magnitud es esa pugna interna, que le
hace plantearse dimitir y volver a su destino original en caso de demostrarse su mala praxis. “—Pero si esos ingresos no me
pertenecen en justicia, ¿qué hay de malo en que los dos tengamos
que vivir de la caridad? —dijo finalmente el custodio”
Nos muestra de una manera diáfana, el
poder omnímodo de la prensa (a lo Ciudadano Kane). Se puede
convertir en juez y parte de la causas que apadrina, siendo
instigadora y cómplice para declinar sentencias según sus
pretensiones. Así en el caso que nos ocupa, un ataque tremendo e
inusitado hacia nuestro protagonista y por ende a toda la iglesia,
que en extremo es la verdadera destinataria del aluvión de ataques.
“Dicen que el Júpiter vende diariamente ochenta mil
ejemplares, y que cada uno de ellos lo leen por lo menos cinco
personas. Cuatrocientos mil lectores, por consiguiente, tendrían
noticia de la acusación lanzada contra él;” “El
Júpiter es en Inglaterra lo que el zar en Rusia o el populacho en
América”
Si alguien por leer lo anterior se
piensa que es un libro denso y aburrido, que se le quite de la
cabeza. Es muy buen libro, entretenido, ágil, el escritor se permite
el lujo de hablar con el lector lo que hace que te metas más en la
trama, de una calidad incuestionable, unos perfiles muy cuidados,
descripciones fehacientes de la época y con un amplio y excelente
sentido del humor, que te hace desear retomar su lectura y seguir
disfrutando. “—y le obsequió con una espantosa sonrisa,
que puso plenamente de manifiesto la extensión de sus desdichas”
“Nunca discutía con su esposa, pero tampoco conversaba con
ella” “Aunque regentaba una casa de comidas donde
se servían crustáceos, la mujer era muy cortés y le explicó cómo
llegar a un salón de fumadores” “distribuiría
todos los diezmos entre metodistas, bautistas y otras tribus
salvajes;”
Me gustaría destacar la actitud de los
ancianos como pretexto para poner de manifiesto la codicia connatural
al genero humano. Las condiciones de los doce asilados es perfecta,
gozan de todas las comodidades, un suplemento adicional además del
asignado y un trato mas que afectuoso (todos fueron acogidos por
encontrarse en situaciones desesperadas). Al iniciarse el litigio les
comentan, estando muchos de ellos a las puertas de sus últimos días,
la posibilidad de obtener pingues beneficios a costa de firmar en
contra del responsable de la Institución, aún reconociendo el trato
exquisito del que han sido objeto. Todos menos uno firman esa
reclamación manipulada por los leguleyos (los únicos que se lucran
de esta interpelación) con aviesas intenciones, que a la postre se
convertirá en un quebranto para ellos. “Nunca hay que
esperar demasiado de la carne y de la sangre, ni siquiera en el caso
de los asilados de John Hiram; y la promesa firme de cien libras al
año por cabeza había hecho mella en la mayoría.”
Hay que tener en cuenta este nombre
para futuras lecturas.
Mi puntuación es de 7,5 sobre 10.
Joseph
Pulitzer
«El
periodista tiene una posición que es toda suya. Solo él tiene el
privilegio de moldear la opinión, tocando los corazones y apelando a
la razón de cientos de miles cada día. He aquí la más fascinante
de todas las profesiones»
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