Escrito en 1985. En este año recibe el premio Nacional del Libro en la categoría de ficción. La revista TIME la incluyó en la lista de las 100 mejores novelas escritas en lengua inglesa entre 1923 y 2005. En palabras del autor "Una historia sobre el miedo, la muerte y la tecnología. Una comedia, por supuesto".
Algunas veces me pregunto para que
sirven las reseñas. ¿Alguien lee alguna antes de adentrarse en el
interior de un libro, sabiendo que la opinión no tiene que coincidir
ni por asomo con la suya?, es más, seguramente no serán ni
aproximadas las sensaciones que le produzca, por lo que le puede
llevar a una nueva decepción o por el contrario a deleitarse de las
omisiones o puntos de vista contrarios del creador.
Esta reflexión viene dada a raíz de
la lectura de este libro y lo que sí tengo claro, es que para no
llevarse un fiasco al tenerlo en sus manos, hay que saber muy bien lo
que va a leer; no puede adentrarse en su mundo (el mundo de DeLillo)
pensando que es una narración al uso, con su inicio, nudo y
desenlace, porque seguramente nos encontremos a alguien que detestará
al autor, le percibirá como un desequilibrado con obsesiones
maníacas, y lo peor...le llevaran al mayor de los aburrimientos.
El autor (experto en diseccionar las
costumbres y los miedos de una comunidad receptora de todo tipo de
interferencias) nos quiere transmitir sus reflexiones, en
lo concerniente a la cotidianeidad de nuestros actos en una sociedad
cambiante, debido principalmente a elementos tan externos como puede
ser la tecnología y un consumismo inadecuado. Utiliza los personajes
a modo de meros transmisores, que con sus actos calculados tienen
como objetivo mecánico hacernos ver y sentir las preocupaciones y
sinsabores como un elemento más del entorno, sin pararse a
desarrollar sus verdaderos sentimientos; los convierte en un medio no
en un fin; nos priva de sus pasiones e intimidades, despojándoles
de esa empatía, para mostrarnos lo que solo él quiere que sepamos.
Esta dividido en tres partes muy
diferenciadas. En cada una se puede discernir un tema nuclear y como
si de satélites se tratara, las distintas reflexiones personales
envueltas en un argumento para que nos sea más digerible.
En la primera se podría decir que es
una presentación, y ya nos da muestras de la estructura de la
sociedad americana de los años ochenta, describiéndonos a nuestro
Jack Gladney, casado cinco veces y con dos hijos a su cargo y a
Babette que también aporta otros dos de anteriores parejas. Nos
detalla a esta desigual familia como unos ciudadanos de clase media,
influidos por factores externos superficiales (radio, televisión,
publicidad, colores, neón...) dentro de su hogar, que los mediatizan
hasta percibir una realidad distorsionada, influyendo en grado sumo
en sus apreciaciones de todo lo que les rodea. Es la banalización
intelectual por la carencia de unos principios sólidos; les
llega glosado y por lo tanto adulterado. Nos muestra diálogos
revestidos de trascendentes, tratándose solamente de noticias sobre
cualquier nimiedad, pero que tienen ese halo de verosimilitud basado
en el convencimiento del que nos lo transmite.
La segunda, el protagonista es un
escape tóxico que amenaza al pueblo y por el que tienen que dejar
sus hogares para trasladarse a un lugar seguro. Aquí podríamos
resaltar la extrañeza de la situación por parte de Jack. Se
pregunta en varias ocasiones como le puede suceder esto a él,
profesor de Universidad, situación acomodada, familia, hijos...¡eso
solo le pasa a los marginales, a los sin techo que se ven obligado a
pasar todo tipo de penurias!. No lo llega a encajar bien pero no por
el hecho en sí, sino por la incredulidad de que este pasando en
realidad, eso de tener que dormir en un polideportivo, rodeado de
gente huyendo de no sabe que producto contaminante, es demasiado para
su encauzada y rutinaria vida. “Tan sólo las catástrofes
logran captar nuestra atención. Las deseamos, las necesitamos,
dependemos de ellas. Siempre y cuando sucedan en otro lugar.”
Y la última es la mas reflexiva y
quizá la mas farragosa, pues si bien en las anteriores sus
apreciaciones sobre la muerte y el miedo a morir eran esporádicas,
(preguntándose el matrimonio en varias ocasiones quien morirá
primero) “ —A eso se reduce todo al final —dijo—. Nos
pasamos la vida despidiéndonos de los demás. Pero ¿cómo
despedirnos de nosotros mismos?”, aquí nos hace una amplia
disertación en toda regla, acompañado de su amigo y confidente (
bien podría ser su conciencia o su alter ego), nos exponen como
enfocar su llegada y como neutralizar sus efectos en base a
planteamientos filosóficos y de modos efectivos de comportamiento.
Nos presenta su obsesión recurrente para la consecución de un
medicamento cuyo efecto no es retrasar la hora final, sino dejar de
tenerla miedo “—Es como si fuera nuestro propio miedo lo
que la desencadena. Si pudiéramos aprender a no temerla, viviríamos
eternamente.”; esto en lo que respecta a la parte
científica. En las inquietudes humanas y en su proceder para disipar
esa obcecación, es lo que realmente da miedo, pues si alguien con la
cabeza no muy bien “amueblada” se dejara llevar por las
consideraciones que están reflejadas y que atribuye a la violencia
efectos balsámicos y justificativos como percepción curativa,
tendríamos un serio problema. “El que muere, sucumbe
pasivamente. El que le da muerte, continúa viviendo. Qué ecuación
tan maravillosa.” “Imagina, sin embargo, la
sacudida visceral que se experimenta al ver al oponente desangrándose
en el polvo.”
El relato no es entretenido, no es
ameno, no tiene esa labor integradora que hace que vibres con su
desarrollo; es frío, parece más un ensayo o unas especulaciones
ejemplares que una novela, al último tercio le sobran discursos
grandilocuentes y seguramente páginas, los hijos y los amigos de los
hijos son repelentes...etc.; como esto era lo que el autor quería de
nosotros, y como nos deja unos posos de pragmatismo mágico para
hacernos meditar “¿Qué es la oscuridad? No es más que un
nombre distinto que damos a la luz.” “Las multitudes se reunían
fundamentalmente por este motivo. Se hallaban allí para ser
multitud.” se puede decir que el libro cumple con creces su
objetivo. Lo que no logro comprender es como dicen que fue un éxito
de ventas en su día en EE..UU., creo que es un libro para minorías
que esperan encontrar algo mas que los acontecimientos acaecidos a
una familia de clase media americana. Y también decir, que a pesar
de lo expuesto, no se me hizo desagradable leerlo, por eso y vuelvo
al primer párrafo de esta reseña, si sabes a lo que te expones
leyendolo, puede resultar hasta divertido.
Hay que reconocerle su valentía a la
hora de afrontar algunos temas espinosos, como puede ser la vocación
religiosa de sus integrantes, para ello nos deleita con una
conversación de una monja sobre sus creencias que no tiene
desperdicio “.—¿Es usted monja y no cree en el cielo?—Si
no cree usted, ¿por qué iba a hacerlo yo?—Si usted creyera, a lo
mejor creería yo.—Si yo creyera, no haría falta que creyera
usted”. Otra sátira que se puede intuir, es en las
universidades, la vacuidad de sus componentes (profesores) con sus
groseras conversaciones “ —¿Dónde estabas tú cuando
murió James Dean? (…) —¿Dónde estabas, hijo de puta? (…)
—Estabas ocupado en hacerte una paja. ¿Es a eso a lo que te
refieres? —Pregúntame por Joan Crawford.” y las
peregrinas asignaturas que se crean basados en objetividades
insustanciales (la comparación de Elvis Presley con Hitler y su
dependencia de la figura materna es patológica pero esplendida) y
así podríamos proseguir.... alguien que quiere ser famoso un
instante y tener sus escuetas lineas en el libro Guinnes aunque para
eso tenga que exponer su vida, las clases que daba la mujer a los
ancianos de aprender a andar y a sentarse bien “Tenía que ir
a dar una clase acerca de modos de sentarse, caminar y estar de
pie.”....etc.
Me gusto mucho el sentido de humor, es
muy sutil no se percibe “a bote pronto”, pero te hace sacar esa
sonrisa, por su inteligente sarcasmo y construcción. Algunas veces
lo consigue a base de expresiones surrealistas que nos dejan un poco
noqueados. “En él transportaba una muestra de la más
solemne de aquellas excreciones, algo que sin duda los analistas de
guardia contemplarían con la deferencia, el respeto y el temor
confusos que hemos llegado a asociar a las diversas religiones
exóticas que existen en el mundo” “—No tengo nada en contra de
la ropa deportiva en sí —dije—. Las sudaderas son prendas
prácticas para cualquier ocasión. Sin embargo, preferiría que no
te las pusieras para leerle cuentos a Wilder o hacerle trenzas a
Steffie. Esos momentos tienen algo enternecedor que la ropa deportiva
estropea.” “—Puede ocasionar la muerte del sujeto. —¡Exprésese
con claridad, por todos los diablos! ¡No soporto esa jerigonza
moderna!”
Lo que no cabe duda es que te deja
huella, es difícil de olvidar. No sé si nos volveremos a encontrar
Señor DeLillo, pero estaré preparado para compartir con usted sus
miedos, filias y fobias y recorreremos más camino sabiendo lo
sinuoso que es, cuando le da por ponerse trascendente.
Mi puntuación es de 5 sobre 10.