Escrita por Charlotte Brontë. Se
publicó después de Jane Eyre en 1849.
Si en el mundo de la literatura hay
nombres que no se puede demorar más leer alguno de sus libros,
estamos ante un caso clamoroso de ello; y lo escribe quien hasta hace
menos de un año se encontraba en esa anómala situación. Confieso
por tanto, que llevo descubriendo una época y un estilo que,
sinceramente, nunca me había interesado mucho; no sabiendo lo que me
estaba perdiendo.
Resulta difícil hacer una reseña de
un libro que se habrá comentado miles de veces, con puntos de vista
diferentes y opiniones para todos los gustos; así que, como aportar
algo nuevo es tarea imposible, intentaremos reflejar las sensaciones
que me ha producido y por ende los buenos ratos que me ha hecho
pasar.
Nos cuenta, en tercera persona, la
historia de dos amigas, con caracteres dispares y por ello dos
maneras de entender la vida. Mientras en una (Caroline), prima la
inteligencia, las ganas de instruirse y la sublevación callada de
unas normas sociales en las que no se encuentra cómoda “...cuando
el caballero de una familia lee, las señoras tienen que coser
siempre. Caroline, querida niña, coja su bordado; puede hacer tres
ramitos esta noche” -todo esto conviviendo con su tío:
persona resignada a la soledad por deseo propio y por su
animadversión al genero femenino después de una experiencia no muy
positiva-. En la otra (Shirley) observamos un carácter fuerte,
independiente, sin dejarse dominar, discutiendo sin ningún
miramiento todos los temas y rechazando buenos pretendientes que no
la satisfacían (quizá avalada por su dinero) “-Y yo me
pregunto ¿en que sentido ese joven es digno de mi? - Tiene el doble
de dinero que usted y el doble de sentido común; esta bien
relacionado como usted y es igualmente respetable”.
Teniendo en cuenta esto la escritora, y
como una actitud de enfrentamiento total a unas pautas de convivencia
ascendería a la categoría de ciencia ficción, sabe combinarlo con
ese punto mínimo de resignación, abnegación y conformidad en
ambas, que el periodo requería.
En la parte masculina y con papeles
secundarios, nos encontramos a todo un enjambre de individuos con
unas personalidades muy marcadas, quedando siempre de manifiesto
quien es el hombre y el rol que desempeñan en las decisiones
importantes de la comunidad. En este punto me gustaría resaltar esta
frase que se menciona y que considero importante: “Soy el
señor Shirley Keeldar; ese debería ser mi estilo y mi titulo.”
Lo explicado en el párrafo anterior se
refiere al comportamiento de las personas, pero nos detalla muy bien,
las características de un tiempo. Nos lleva a los albores del siglo
XIX, en plenas guerras napoleónicas (recuerdo que se escribió en
1848) con las consecuencias económicas y sociales que ello suponía.
Así, debido a unas ordenes reales que prohibía el comercio con
algunos países y las Americas, revierten de una manera muy negativa
en la especulación. También nos describe la transformación de un
entorno cuando las fabricas se van afianzando y las disputas muy
severas de una población contra los protagonistas de estos cambios
(ludismo). Modificar la mano de obra tradicional en novedosas
maquinas capaz de quitar el trabajo a los operarios, nos tiñe de
sangre (sublevaciones, incendios, asesinatos) un relato que era lo
último que me esperaba, si bien son circunstanciales para el devenir
de la trama.
Me gustaría destacar un detalle
enlazando con lo anterior: a pesar de la brutalidad demostrada por
esas gentes que no se conformaban con la perdida de su puesto en la
fabrica y descartando los cabecillas de las revueltas que, como
siempre, buscaban su interés personal, nos lo señala como hombres
verdaderamente necesitados que no les queda otra opción. Para
ejemplo de ello, un jardinero que con su extrema pobreza es lo
suficiente orgulloso pera no perder su dignidad.
Describe a la perfección un ambiente
rural con todas sus “jerarquías” . Esas relaciones entre
familias que se conocen en profundidad, sabiendo por tanto todas sus
singularidades, pero encargándose de disimular sus verdaderos
pensamientos sobre ellas. Al hilo de esto, comentar el rechazo a
Robert entre la población, además de por sus planes comerciales,
por considerarle un extranjero.
Extensa novela. La dividiría en tres
partes, que por su desarrollo, están claramente diferenciadas:
En la primera se trata de una obra
donde predomina la descripción. Hace hincapié en explicarnos el
contexto, en que momento nos emplaza, las peculiaridades de los
residentes, contiendas, relación de la familia Helstone con los
Moore y sus primeras aproximaciones, hostilidades... y un sinfín de
detalles que nos hace ubicarnos de una manera muy veraz.
En la segunda destacan las situaciones.
Aparece Shirley y se ven claramente los verdaderos posicionamientos.
Destacan los acercamientos y las tesituras que dan lugar a diferentes
estados de animo y a las continuas confusiones que toda novela de
este tipo tiene que tener para jugar un poco con el lector y que no
sea todo tan diáfano. Vemos unos comportamientos erráticos y un
dolor tan intenso por no conseguir sus deseos, que derivan en
enfermedad.
Por último, las determinaciones. “Hay
que mojarse”; salen al exterior las decisiones que nos permitirá
tener un final, no por esperado, menos emocionante.
Apuntar en el debe, dos alegaciones:
Nos hace un poco de trampa al presentarnos un personaje esencial para
el desenlace, en las postrimerías. No sabíamos nada de él, al
menos en que trabajaba y que relación tenia con una de nuestras
protagonistas; nos lo descubre como un hecho consumado y a mi me
gusta ir descubriendo todo junto a ellos. La otra es, la no
reprobación airada por una petición de mano basada solo en
intereses económicos; como si del eximente “enajenación
transitoria” se tratara, le exculpa de este proceder.
De esta autora, había leído “El
profesor” y por ello me esperaba un libro con más mordiente, más
incisivo en las exposiciones y en los diálogos. Pienso que se ha
moderado (mejor así), aunque se atisba algo de esto principalmente
en la figura de Shirley. A pesar de ello denota que no es una
escritora que se resigne fácil a su papel como mujer y que utiliza
su destreza para denunciar de un modo sutil o no tanto, lo que desea.
Me ha gustado mucho; no se me ha hecho largo a pesar de su número de páginas (752); valorarlo más, si cabe, al enterarme en que circunstancias lo escribió (morían tres de sus hermanos); perfiles muy conseguidos; crónica histórica siempre como complemento de la materia y no al revés; calidad literaria incuestionable; adorable Caroline asimilando su papel entre Shirley y Robert; giro del familiar aparecido: admisible por lo sorprendente; el hijo de unos vecinos ejerciendo de “celestina”: anecdótico pero divertido; ayuda a los indigentes como necesidad de lavar conciencias; hijas desesperantes de los Yorke; moralidad aparentemente intachable; disputas familiares; coadjuntores pueriles.... En definitiva, no dejes de leerlo.
Charlotte Brönte ya ha entrado en mi
mundo y no la dejare salir tan fácilmente..
Mi puntuación es de 8 sobre 10.
De este libro, al igual que mi anterior
reseña en este blog “Persuasión” (perdón por la omisión), se
realizó una lectura conjunta y posterior tertulia en Facebook (Los
libros de Carmen y amig@s).