miércoles, 25 de enero de 2017

Ruido de fondo (Don DeLillo) (SEIX BARRAL)

Escrito en 1985. En este año recibe el premio Nacional del Libro en la categoría de ficción. La revista TIME la incluyó en la lista de las 100 mejores novelas escritas en lengua inglesa entre 1923 y 2005. En palabras del autor "Una historia sobre el miedo, la muerte y la tecnología. Una comedia, por supuesto".

Algunas veces me pregunto para que sirven las reseñas. ¿Alguien lee alguna antes de adentrarse en el interior de un libro, sabiendo que la opinión no tiene que coincidir ni por asomo con la suya?, es más, seguramente no serán ni aproximadas las sensaciones que le produzca, por lo que le puede llevar a una nueva decepción o por el contrario a deleitarse de las omisiones o puntos de vista contrarios del creador.

Esta reflexión viene dada a raíz de la lectura de este libro y lo que sí tengo claro, es que para no llevarse un fiasco al tenerlo en sus manos, hay que saber muy bien lo que va a leer; no puede adentrarse en su mundo (el mundo de DeLillo) pensando que es una narración al uso, con su inicio, nudo y desenlace, porque seguramente nos encontremos a alguien que detestará al autor, le percibirá como un desequilibrado con obsesiones maníacas, y lo peor...le llevaran al mayor de los aburrimientos.

El autor (experto en diseccionar las costumbres y los miedos de una comunidad receptora de todo tipo de interferencias) nos quiere transmitir sus reflexiones, en lo concerniente a la cotidianeidad de nuestros actos en una sociedad cambiante, debido principalmente a elementos tan externos como puede ser la tecnología y un consumismo inadecuado. Utiliza los personajes a modo de meros transmisores, que con sus actos calculados tienen como objetivo mecánico hacernos ver y sentir las preocupaciones y sinsabores como un elemento más del entorno, sin pararse a desarrollar sus verdaderos sentimientos; los convierte en un medio no en un fin; nos priva de sus pasiones e intimidades, despojándoles de esa empatía, para mostrarnos lo que solo él quiere que sepamos.

Esta dividido en tres partes muy diferenciadas. En cada una se puede discernir un tema nuclear y como si de satélites se tratara, las distintas reflexiones personales envueltas en un argumento para que nos sea más digerible.

En la primera se podría decir que es una presentación, y ya nos da muestras de la estructura de la sociedad americana de los años ochenta, describiéndonos a nuestro Jack Gladney, casado cinco veces y con dos hijos a su cargo y a Babette que también aporta otros dos de anteriores parejas. Nos detalla a esta desigual familia como unos ciudadanos de clase media, influidos por factores externos superficiales (radio, televisión, publicidad, colores, neón...) dentro de su hogar, que los mediatizan hasta percibir una realidad distorsionada, influyendo en grado sumo en sus apreciaciones de todo lo que les rodea. Es la banalización intelectual por la carencia de unos principios sólidos; les llega glosado y por lo tanto adulterado. Nos muestra diálogos revestidos de trascendentes, tratándose solamente de noticias sobre cualquier nimiedad, pero que tienen ese halo de verosimilitud basado en el convencimiento del que nos lo transmite.

La segunda, el protagonista es un escape tóxico que amenaza al pueblo y por el que tienen que dejar sus hogares para trasladarse a un lugar seguro. Aquí podríamos resaltar la extrañeza de la situación por parte de Jack. Se pregunta en varias ocasiones como le puede suceder esto a él, profesor de Universidad, situación acomodada, familia, hijos...¡eso solo le pasa a los marginales, a los sin techo que se ven obligado a pasar todo tipo de penurias!. No lo llega a encajar bien pero no por el hecho en sí, sino por la incredulidad de que este pasando en realidad, eso de tener que dormir en un polideportivo, rodeado de gente huyendo de no sabe que producto contaminante, es demasiado para su encauzada y rutinaria vida.Tan sólo las catástrofes logran captar nuestra atención. Las deseamos, las necesitamos, dependemos de ellas. Siempre y cuando sucedan en otro lugar.”

Y la última es la mas reflexiva y quizá la mas farragosa, pues si bien en las anteriores sus apreciaciones sobre la muerte y el miedo a morir eran esporádicas, (preguntándose el matrimonio en varias ocasiones quien morirá primero) —A eso se reduce todo al final —dijo—. Nos pasamos la vida despidiéndonos de los demás. Pero ¿cómo despedirnos de nosotros mismos?”, aquí nos hace una amplia disertación en toda regla, acompañado de su amigo y confidente ( bien podría ser su conciencia o su alter ego), nos exponen como enfocar su llegada y como neutralizar sus efectos en base a planteamientos filosóficos y de modos efectivos de comportamiento. Nos presenta su obsesión recurrente para la consecución de un medicamento cuyo efecto no es retrasar la hora final, sino dejar de tenerla miedo—Es como si fuera nuestro propio miedo lo que la desencadena. Si pudiéramos aprender a no temerla, viviríamos eternamente.”; esto en lo que respecta a la parte científica. En las inquietudes humanas y en su proceder para disipar esa obcecación, es lo que realmente da miedo, pues si alguien con la cabeza no muy bien “amueblada” se dejara llevar por las consideraciones que están reflejadas y que atribuye a la violencia efectos balsámicos y justificativos como percepción curativa, tendríamos un serio problema.El que muere, sucumbe pasivamente. El que le da muerte, continúa viviendo. Qué ecuación tan maravillosa.” “Imagina, sin embargo, la sacudida visceral que se experimenta al ver al oponente desangrándose en el polvo.”

El relato no es entretenido, no es ameno, no tiene esa labor integradora que hace que vibres con su desarrollo; es frío, parece más un ensayo o unas especulaciones ejemplares que una novela, al último tercio le sobran discursos grandilocuentes y seguramente páginas, los hijos y los amigos de los hijos son repelentes...etc.; como esto era lo que el autor quería de nosotros, y como nos deja unos posos de pragmatismo mágico para hacernos meditar “¿Qué es la oscuridad? No es más que un nombre distinto que damos a la luz.” “Las multitudes se reunían fundamentalmente por este motivo. Se hallaban allí para ser multitud.” se puede decir que el libro cumple con creces su objetivo. Lo que no logro comprender es como dicen que fue un éxito de ventas en su día en EE..UU., creo que es un libro para minorías que esperan encontrar algo mas que los acontecimientos acaecidos a una familia de clase media americana. Y también decir, que a pesar de lo expuesto, no se me hizo desagradable leerlo, por eso y vuelvo al primer párrafo de esta reseña, si sabes a lo que te expones leyendolo, puede resultar hasta divertido.

Hay que reconocerle su valentía a la hora de afrontar algunos temas espinosos, como puede ser la vocación religiosa de sus integrantes, para ello nos deleita con una conversación de una monja sobre sus creencias que no tiene desperdicio “.—¿Es usted monja y no cree en el cielo?—Si no cree usted, ¿por qué iba a hacerlo yo?—Si usted creyera, a lo mejor creería yo.—Si yo creyera, no haría falta que creyera usted”. Otra sátira que se puede intuir, es en las universidades, la vacuidad de sus componentes (profesores) con sus groseras conversaciones “ —¿Dónde estabas tú cuando murió James Dean? (…) —¿Dónde estabas, hijo de puta? (…) —Estabas ocupado en hacerte una paja. ¿Es a eso a lo que te refieres? —Pregúntame por Joan Crawford.” y las peregrinas asignaturas que se crean basados en objetividades insustanciales (la comparación de Elvis Presley con Hitler y su dependencia de la figura materna es patológica pero esplendida) y así podríamos proseguir.... alguien que quiere ser famoso un instante y tener sus escuetas lineas en el libro Guinnes aunque para eso tenga que exponer su vida, las clases que daba la mujer a los ancianos de aprender a andar y a sentarse bien “Tenía que ir a dar una clase acerca de modos de sentarse, caminar y estar de pie.”....etc.

Me gusto mucho el sentido de humor, es muy sutil no se percibe “a bote pronto”, pero te hace sacar esa sonrisa, por su inteligente sarcasmo y construcción. Algunas veces lo consigue a base de expresiones surrealistas que nos dejan un poco noqueados. “En él transportaba una muestra de la más solemne de aquellas excreciones, algo que sin duda los analistas de guardia contemplarían con la deferencia, el respeto y el temor confusos que hemos llegado a asociar a las diversas religiones exóticas que existen en el mundo” “—No tengo nada en contra de la ropa deportiva en sí —dije—. Las sudaderas son prendas prácticas para cualquier ocasión. Sin embargo, preferiría que no te las pusieras para leerle cuentos a Wilder o hacerle trenzas a Steffie. Esos momentos tienen algo enternecedor que la ropa deportiva estropea.” “—Puede ocasionar la muerte del sujeto. —¡Exprésese con claridad, por todos los diablos! ¡No soporto esa jerigonza moderna!”

Lo que no cabe duda es que te deja huella, es difícil de olvidar. No sé si nos volveremos a encontrar Señor DeLillo, pero estaré preparado para compartir con usted sus miedos, filias y fobias y recorreremos más camino sabiendo lo sinuoso que es, cuando le da por ponerse trascendente.


Mi puntuación es de 5 sobre 10.

martes, 10 de enero de 2017

En la jaula (Henry James) (ALBA)

Si nos parasemos a pensar un poco en cuanta gente son participes de nuestras vidas aunque solo sea en el instante que nos sirven el café, nos entregan un paquete, cuando compramos el periódico...etc, nos daríamos cuenta que son personas que seguramente no volverán a aparecer y que nunca sabremos nada de ellas. Pues bien, de eso trata nuestra novela, con la salvedad, que nos encontramos a finales del siglo XIX y todos estos quehaceres diarios no eran tan impersonales como en la actualidad.

Así que ahí tenemos a nuestra protagonista (sin nombre) trabajando en una oficina de correos de un barrio selecto, en unas condiciones de espacio no muy satisfactorias (en la jaula), con un compañero y un ayudante cuya convivencia no se percibe muy fluida, pero con unas características que son las que la hacen mantenerse en su puesto incluso habiendo pedido destino a otro despacho, seguramente más cómodo pero con clientes que pertenecerían a otro estatus.

El titulo de la novela, como es sabido, es “En la jaula” (escrita en 1898), pero para nuestro personaje, a pesar de las condiciones de trabajo ya detalladas, bien se podía llamar “En la atalaya”, pues así es como se manifiesta dominando los secretos de los clientes que ingenuamente van a mandar un telegrama o certificado. Al parecer, tenía que contar las palabras para calcular la cuantía del encargo o directamente se lo dictaban, por lo que era conocedora de todo su contenido, sintiéndose con esa superioridad que otorga conocer todos los pormenores por muy confidenciales que fueran. “Estaban las mujeres descaradas, así las llamaba ella, del estilo más distinguido y también del más vulgar, de cuyos despilfarros y tacañerías, de cuyas peleas y secretos y relaciones amorosas y mentiras tomaba buena nota, hasta que, en ciertos momentos, en privado, experimentaba un perverso y triunfal sentimiento de dominio y poder, la sensación de tener sus tontos y culpables secretos en el bolsillo, en su pequeño cerebro retentivo y, por tanto, de saber mucho más de ellas de lo que sospechaban o les gustaría creer.”

Se obsesiona con un caso en particular que le parece especialmente llamativo, pues la atracción que siente con el interesado se hace cada vez mayor cuando se percata, todo según sus conclusiones, que se puede encontrar en peligro o por lo menos en una situación embarazosa que le acarrearía no pocos problemas “Cuanto más tiempo pasaba sin ver al capitán Everard, más comprometida se sentía,”. Se atreve a dar el paso y mantener una conversación fuera de la “jaula” rompiendo con ello todos sus principios en lo relativo al trabajo y violando todos los complejos existentes entre dos clases sociales tan diferenciadas “—¿Odiarlos? Creía que te gustaban.—No seas estúpido. Lo que me «gusta» es despreciarlos. No te puedes imaginar lo que pasa por mis manos.”

Aparecen otros personajes que no por su menor extensión son menos interesantes. Así tenemos al novio de nuestra funcionaria (al que no ama), un trabajador con ansias de gran empresario y consentidor de todas las actuaciones de su prometida y que nos deleitan con una relación distante y un tanto peculiar, siendo ella la que con sus subterfugios maneja la situación “No obstante, le gustaba que él la creyera estúpida, pues eso le daba el amplio margen que siempre necesitaría” “—Sí, por supuesto; así fue como empezaste, ¿recuerdas? Tú eres terriblemente inferior a él.” También tenemos a la Sra. Jordan, con sus delirios de grandeza y sus disputas con nuestra funcionaria a ver quien conoce más en profundidad a todos los personajes influyentes de la sociedad (ella tiene una empresa de flores) “—¡Dudo mucho que sean tan suyos como míos! Sus asuntos, sus citas y sus planes, sus pequeños juegos y secretos y vicios, todas esas cosas pasan por delante de mis ojos.”

El desenlace es un poco confuso, reconozco que tuve que leerlo dos veces y aún así queda algún cabo suelto, no obstante se cumple la máxima de Henry James en dejar para el final la explicación definitiva y no siempre completa. No hace falta recalcar, una vez más, la calidad literaria, la agilidad de su prosa....y la férrea recomendación de sus libros.

Mi puntuación es de 6,5 sobre 10.